Las ciudades mexicanas son un reflejo de contrastes profundos. En ellas, la movilidad y la seguridad vial no son solo temas de calles y transporte, sino que están ligadas a problemas más grandes como las desigualdades sociourbanas, la falta de acceso a servicios básicos y la vivienda digna. La forma en que nos movemos por la ciudad no es igual para todxs: mientras que algunas (pocas) personas tienen facilidades, otras (la gran mayoría) enfrentan obstáculos que reflejan las desigualdades que existen en nuestra sociedad.
Uno de los mayores problemas es que la movilidad en México es desigual. En muchas ciudades (como La Paz), el transporte público es insuficiente, ineficiente y es de mala calidad, mientras que en zonas más privilegiadas predomina el uso del automóvil. Esto hace que moverse por la ciudad sea un privilegio para unos pocos y una lucha diaria para otrxs. Además, las calles están diseñadas principalmente para los coches, lo que las convierte en espacios peligrosos para peatones y ciclistas, especialmente en las zonas más marginadas donde la infraestructura (sobre todo infraestructura segura) es casi inexistente.

La seguridad vial también está ligada a estas desigualdades. En muchas ciudades mexicanas, la falta de planeación urbana, la colusión de las autoridades con los gremios inmobiliarios y la priorización del tráfico vehicular sobre las personas han creado entornos inseguros y desiguales. Calles mal iluminadas, cruces peatonales inexistentes y la falta de infraestructura para ciclistas son solo algunos ejemplos de cómo se pone en riesgo la vida de las personas, especialmente de quienes no tienen acceso a un automóvil.

Pero estos problemas no están aislados. La movilidad y la seguridad vial están conectadas con otros desafíos urbanos, como la contaminación y la falta de acceso a empleos y servicios básicos. Muchas personas deben recorrer grandes distancias diariamente en condiciones precarias, lo que no solo afecta su calidad de vida, sino que también contribuye a la fragmentación de las ciudades.
En conclusión, la movilidad y la seguridad vial en las ciudades mexicanas son temas complejos que no pueden separarse de las desigualdades sociales y espaciales. Para construir ciudades más justas y sostenibles, es necesario repensar cómo nos movemos y priorizar el bienestar de todas las personas, especialmente de quienes más lo necesitan. La ciudad debe ser un espacio para todxs, no solo para unos cuantos que puedan pagarlo.
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